LA TRADUCCIÓN DE LOS NOMBRES DE LOS REYES, MÁS COMPLICADA DE LO QUE PARECE

La cobertura mediática de la reciente coronación del rey Carlos III de Inglaterra nos ha hecho reflexionar sobre un nuevo reto traductológico. La muerte de la reina y la subida al trono de su sucesor es un tema de interés mundial, por lo que se han publicado noticias sobre este acontecimiento en todos los países. Muchos de estos textos establecerán el nombre traducido con el que nos referiremos de ahora en adelante al nuevo rey de Inglaterra en los diferentes idiomas. Es por eso que en el post de hoy hablamos de la traducción de los nombres de los reyes, más complicada de lo que parece.

Traducir o no traducir

En español tendemos a traducir siempre el nombre para adaptarlo a nuestro idioma. Decimos reina Isabel II, rey Carlos III e incluso príncipe Guillermo, en lugar de Elisabeth, Charles y William. Sin embargo, en el inglés las convenciones nos obligan a mantener el nombre original del monarca, traduciendo únicamente su cargo. Por lo tanto, nuestro rey sería King Felipe VI.

No obstante, hay otros idiomas donde las reglas de traducción no están tan claras, como es el caso del checo. De hecho, en los primeros días de su reinado, el nombre de Carlos III recibió diversas traducciones al checo: král Karel y král Charles

Según las directrices establecidas para este tipo de traducciones, los nombres de los monarcas siempre se han adaptado al checo. Sin embargo, la influencia de la prensa internacional ha provocado que también se acepte el nombre original del monarca en las traducciones. Aun así, los hablantes siguen prefiriendo král Karel, la versión más tradicional.

El poder de los traductores

A pesar de las reglas establecidas por cada idioma para la traducción del nombre de los monarcas, los traductores siguen teniendo un gran poder en la toma de decisiones. Estos tienen que valorar la situación global, la popularidad y el uso de los términos y dar con una solución adecuada que encuentre el equilibrio entre lo forastero y lo familiar.

Al fin y al cabo, el término que decidan los traductores será el empleado para siempre por los hablantes del idioma, que será traspasado de generación en generación y se recogerá en los libros de historia de los diferentes países.

Si le interesa el tema de los nombres, le recomendamos que lea este artículo de El Trujamán, la revista de traducción del Centro Virtual Cervantes.

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